Si hay un invento que cambió la vida de los seres humanos, ese es la bombilla, porque ¿qué sería de nosotros si al llegar a casa no tuviéramos luz? Pero por supuesto, no siempre ha sido tan sencillo como a nosotros nos resulta, pulsar un interruptor y que se haga la luz.
La forma de energía conocida como electricidad tiene un origen muy antiguo. En el siglo XVII Gueriche produjo un chispa eléctrica gracias a un globo giratorio de azufre. El primero que usó esta energía fue Alejandro Volta, un italiano al que Napoleón encargó en 1801, hacer una demostración de su pila, la primera fuente de energía eléctrica continua de la historia.
Veinte años más tarde, el británico Faraday puso en marcha el motor eléctrico. También inventó un generador de electricidad y un transformador para poder modificar el voltaje.
Aún así muchas son las personas que creen que el único inventor de la bombilla fue Thomas Edison, pero lo cierto es que éste lo que consiguió fue perfeccionar lo que Joseph Swan había inventado anteriormente, logrando que funcionara con mayor efectividad y mucho más tiempo. Por otra parte lo cierto es que Edison fue el que patentó la bombilla eléctrica en enero de 1880, algo que no hizo Swam.
Swan pretendía transformar la electricidad en luz con un instrumento que consiguiera mejorar los resultados de la lámpara de arco eléctrico que ya existía y que en 1811 inventó Humphrey Davy.
Ensayó de diferentes manera pero solo consiguió que la vida de esa bombilla fuese muy efímera, durando apenas doscientas horas, además de ofrecer un rendimiento bastante escaso, ya que daba poca luz, parpadeante y que iba decreciendo en intensidad.
Evolución de la bombilla
El problema principal con el que se encontraron los inventores de la bombilla, fue la forma de impedir que los filamentos de la misma, se fundieran debido al calor. Durante años se probó con diferentes tipos pero no se conseguían los resultados esperados.
Por ejemplo en 1905 se utilizó carbón metalizado que resistía altas temperaturas y proporcionaba una luz aceptable. Pero la duración de la bombilla era muy escasa y su rendimiento muy bajo. La solución se encontró con los filamentos metálicos, primero con el de osmio y después con el de tantalio.
Como curiosidad te interesará saber que existe una bombilla que lleva más de 100 años encendida, funcionando de manera ininterrumpida desde 1901 y se encuentra en Estados Unidos, en un cuartel de bomberos en California.
La bombilla en España
A España las bombillas llegaron en el año 1881 cuando Dalmay creó en Barcelona una sociedad de electricidad que se dedicaba a la fabricación de las mismas. Ese mismo año se instalaron varias lámparas en el Paseo de Colón de esta ciudad y se produjo una prueba de alumbrado en la Puerta de Sol en Madrid.
Fue en 1987 cuando el francés Fritsch solucionó el problema de cambiar las bombillas sin quemarse al crear la bombilla magnética. Para ello creó la bombilla M-Lux que se podía insertar con una sola mano en el casquillo y gracias a un imán, sin necesidad de enroscar. Con esta idea ganó el premio del “Salón Internacional de los Inventores de Ginebra”.