En el siglo XIX, concretamente en el año 1867, el científico Alfred Nobel descubrió uno de los elementos explosivos con más potencia durante el transcurso de sus investigaciones, la dinamita, un descubrimiento que sin duda marcó en la humanidad un antes y un después. Aunque el fin para el que se creó era con fines pacifistas, lo cierto es que este elemento fue clave durante las guerras de la historia contemporánea.
La historia de la dinamita comienza cuando Alfred Nobel se graduó en los Estados Unidos como químico y se marchó a Estocolmo para realizar diferentes estudios sobre algunos elementos volátiles, adentrándose también en la producción y el desarrollo de la nitroglicerina como explosivo, buscando una forma de compactar este ingrediente.