En el siglo XIX, concretamente en el año 1867, el científico Alfred Nobel descubrió uno de los elementos explosivos con más potencia durante el transcurso de sus investigaciones, la dinamita, un descubrimiento que sin duda marcó en la humanidad un antes y un después. Aunque el fin para el que se creó era con fines pacifistas, lo cierto es que este elemento fue clave durante las guerras de la historia contemporánea.
La historia de la dinamita comienza cuando Alfred Nobel se graduó en los Estados Unidos como químico y se marchó a Estocolmo para realizar diferentes estudios sobre algunos elementos volátiles, adentrándose también en la producción y el desarrollo de la nitroglicerina como explosivo, buscando una forma de compactar este ingrediente.
Para ello añadió un aditivo al que se conoce como diatomea en polvo, que no es otra cosa que tierra mineral absorbente y porosa que cuando se mezcla con la nitroglicerina líquida se vuelve densa, convirtiéndose en una pasta fácil de almacenar y transportar. Cuando ambas sustancias entran en contacto, modifican a través de distintos procesos, su estructura molecular obteniendo como resultado grandes proporciones de gases que se expulsan de una manera violenta.
La dinamita y su evolución en el tiempo
Al resultado Alfred Nobel lo bautizó con el nombre de dinamita, un material que lo hizo famoso y rico años más tarde. Ante su descubrimiento el científico también inventó unas barras rojas para arropar ese material, y un detonador para poder hacerlo estallar a cierta distancia, al que puso el nombre de “tapón de voladura”.
Las primeras dinamitas se clasificaban de acuerdo a la carga de nitroglicerina que llevaban, de tal manera que el producto que se obtenía de mezclar por ejemplo sesenta unidades de este material recibía el nombre de “dinamita 60%”. Con el tiempo los estudios fueron avanzando para encontrar mejores resultados y de esta manera se descubrió que se podían sustituir ciertos materiales para dar lugar a explosivos más potentes que la primitiva dinamita.
Posteriormente se llegó a fabricar dinamita sin ningún contenido en nitroglicerina, usándose en su lugar nitroalmidón, de tal forma que el término dinamita se quedó como un genérico para nombrar a cualquier material explosivo de elevada potencia.
Aunque la dinamita se creó para usarse en obras mineras, canteras y en construcciones en general, hay que decir que gracias a la misma los satélites y transbordadores espaciales pueden lanzarse al exterior de nuestro planeta. Por desgracia la dinamita también ha sido empleada desde su invención, para otros fines nada benéficos como lo es la industria bélica, consiguiendo ser un ingrediente muy activo dentro del armamento militar que ha acompañado y sigue haciéndolo, a numerosas campañas de guerra.
Datos curiosos sobre la dinamita
Tanto la dinamita como los premios nóbel que se entregan a personalidades y científicos, tienen un punto en común: Alfred Nobel, que como hemos dicho es el creador de dicho material y cuya trayectoria como espléndido científico, hizo que se creara esta institución encargada de otorgar dichos reconocimientos.
El vagabundo con más riqueza de toda Europa es el sobrenombre que dio Víctor Hugo a Nobel debido a la cantidad de laboratorios que tenía repartidos en más de veinte países y por las casi cuatrocientas patentes que registró, y aún así prefirió llevar una vida nómada.
Otro dato curioso es que la dinamita, ese material explosivo más resistente que la misma pólvora, tiene tanta energía como el carbón, la grasa e incluso el azúcar.