Cómo suele suceder con una gran parte de los inventos, atribuir la invención de la brújula a una sola persona, no sería justo, ya que hay que basarse en la labor realizada por diferentes personas hasta llegar al invento que hoy en día conocemos. En el caso de objetos antiguos, como es el caso de la brújula magnética, existe una dificultad añadida cuando se intenta determinar el momento concreto en el que algo se usó por primera vez.
Esto se debe a que solo existe una pequeña parte de los registros y de los libros que se escribieron. En ocasiones puede suceder que tan solo se haga una mención casual tanto en un libro como en un pintura, para poder arrojar una pequeña evidencia sobre el artículo en cuestión.
El invento de la brújula
A poco más de 20 kilómetros al sureste de Nápoles, concretamente en el puerto de Amalfi, existe un monumento a Flavio Gioia, quien parece ser que inventó la brújula en el año 1302. Pero lo cierto es que ningún historiador ha encontrado ninguna evidencia sobre la existencia de dicha persona.
Tampoco ha parecido importar demasiado que un monje agustino conocido como Neckam, escribiera un siglo antes un libro en el que hacía mención a la brújula magnética, aparato que ya usaban para guiarse los navegantes durante su viajes por alta mar.
Lo cierto es que tanto los geógrafos como los navegantes ya usaban los vientos para poder situarse. De hecho en el siglo V a.C. el cielo ya se dividía en cuatro partes. Más tarde Aristóteles dividió cada una en tres partes más con lo que se creó un conjunto de doce direcciones para más tarde dar lugar a la “rosa de los vientos”.
China y la brújula magnética
En cualquier caso este instrumento para orientarse, ha ayudado a descubrir lugares inexplorados y nuevos continentes, de ahí su importancia. La brújula sirve para indicar dónde se encuentra el norte magnético de nuestro planeta y según muchos, fue inventada en China.
Aunque no se sabe con precisión cuándo, se sabe que fue en el siglo IX. Las primeras brújulas estaban hechas a mano. En una vasija con agua se colocaba una aguja imantada para que flotara en la misma. Después se cambió la vasija por un eje rotatorio y se añadió la rosa e los vientos, que sirve para calcular las direcciones.
Funcionamiento de la brújula magnética
La Tierra cuenta con un enorme campo magnético que se encarga de rodearla, pero que no es demasiado fuerte. Por eso la brújula usa agujas que son muy sensibles al movimiento y que tienen dos partes; una en blanco y negro y otra en color rojo. Esta última apunta siempre al norte magnético que es distinto en cada zona del planeta.
Como curiosidad decir que una brújula no puede ser usada ni en el Polo Norte ni en el Polo Sur ya que allí convergen las líneas de fuerza de nuestro campo magnético, por lo que su funcionalidad queda anulada y no puede señalar el Norte correctamente.